Por Daniel de Malas / danieldemalas@swingcompleto.com
En horas del mediodía del jueves 27 de diciembre, ocurrió un incidente en el partido inicial del doble juego entre Industriales y la Isla de la Juventud, en el Estadio Cristóbal Labra, que por muchas vueltas que le he dado y razones que he buscado, no lo veo de otra manera que un acto de irresponsabilidad mayúscula de todos los implicados.
El asunto fue que en la parte baja del séptimo episodio de ese encuentro, con la pizarra aun sin anotaciones por alguno de los bandos, Luis Felipe Rivera conectó jonrón de foul, pero el retroceso de su swing pegó en el casco protector de Frank Camilo Morejón, golpe que inmediatamente provocó la salida de un hilo de sangre de la cabeza del receptor Azul.
Inmediatamente vinieron los designados para atender al muchacho del Cerro, que comenzaron por secarle la herida y terminaron llevándole al banco, lo que trajo como cátcher sustituto a Yosuan Hernández para lo que quedaba de la entrada y el resto del juego.
Todo esto con trasmisión televisiva del Canal Educativo 2 y con proceder lógico, sensato y responsable.
Pero entonces vino el disparate, pues Frank Camilo (espero que por propia inspiración y pedido) regresó al juego y terminó el inning, de hecho, con jugada en home, dos bateadores y una carrera después.
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En el octavo si se oficializó el cambio de Morejón por Hernández y en el segundo encuentro Frank Camilo no salió al ruedo.
Un batazo en la cabeza (o un pelotazo), cualquiera que sea la fuerza del mismo, TIENE QUE INMEDIATAMENTE enviar al atleta (independientemente de sus deseos) al hospital, para ser analizado por los especialistas y con los métodos correspondientes, no una miradita en el banco y un par de preguntas sobre si el pelotero se siente bien.
Los traumatismos craneoencefálicos pueden ser catalogados de leves, moderados o graves, pero todos llevan reposo y observación.
No es mi interés aquí saber si había una ambulancia, o la lejanía del más cercano centro hospitalaria del estadio Cristóbal Labra, pero si criticar la actuación de todos los que pudieron haber evitado este desatino. Desde la dirección del equipo Industriales, hasta los comisarios técnicos del partido, pasando por los árbitros y todo que el pudiera sugerir a los implicados, que aquello era una barbaridad.
Lo irónico es cuantas veces criticamos la pelota “esclava”, y, déjenme decirles, que en ese béisbol después del golpe el atleta ni pide continuar jugando, porque sabe que lo van a sacar del partido sin chistar. Y aunque es verdad que esto ocurre pues básicamente los peloteros son considerados mercancías y cada uno vale algo, monetariamente hablando, el resultado es más concienzudo, más humano y más responsable.
En nuestra pelota “libre” es casi que literal y se anda por la libre, sino veamos cuantos atletas han terminado tempranamente sus carreras deportivas por falta de cuidado y exceso de trabajo. La lista es interminable.
Si hubiera ocurrido lo peor (con estos golpes nunca se sabe) y fuera una pelea de boxeo profesional, puedo imaginarme líneas de: “pudo más el negocio que la vida…el árbitro no detuvo a tiempo la pelea…el mercantilismo deportivo es inhumano” y otras tantas frases repetidas hasta el cansancio por nuestros medios de comunicación masiva.
Las palmas para Frank Camilo (como las que le dieron en el Labra), en inocente y estoico esfuerzo por los Industriales, pero analicemos en frio la situación del juego en el momento del accidente.
Séptimo inning, dos outs, no bolas y dos strikes el conteo para el bateador, en partido empatado a cero.
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La demora del retorno de Morejón hizo que el lanzador Azul, Frank Montieh, se enfriara y le diera cuatro malas seguidas a Luis Felipe Rivera e inmediatamente permitiera imparable de Andy Ibáñez, con la que en definitiva fue la única anotación del encuentro.
Frank Camilo no hizo diferencia positiva ninguna, en su gesto bravío.
Frank Camilo era en ese instante, pensando con luz larga, uno de los potenciales relevos de Ariel Pestano en el equipo Cuba.
A Frank Camilo había que cuidarlo un poco más.
Resumiendo: el béisbol cubano tiene que releerse profundamente, pues son muchos poquitos que, tras años de descuidos garrafales (deserciones, falta de estimulación, lesiones evitables, ostracismo, falta de gestión comercial, por mencionar algunos), siguen atentando contra la calidad que creemos tener y quizás, pudiéramos tener.
Nunca es tarde, si la dicha llega, pero creo que la dicha le llega a quien prepara el camino.
Sin más por ahora,
Daniel de Malas Andreu.