Joe DiMaggio, el verano de 1941 y su mítica cadena de juegos con hits

Por Daniel de Malas / danieldemalas@swingcompleto.com

Cada deporte posee un libro de records, donde quedan impresas las actuaciones más significativas e increíbles llevadas a cabo por sus respectivos atletas, pero es el béisbol, cómodamente, el más rico de todos, con sus inacabables estadísticas. Hay un montón de estas marcas que se renuevan con relativa frecuencia, mientras otras parecen intocables, como los 54 robos de home por Ty Cobb y los 312 triples de Sam Crawford, en cambio hay una que encumbró al gran Joe DiMaggio, sus 56 partidos consecutivos bateando de hit, en un derroche de confianza, concentración y talento.

Corría el mes de mayo en la temporada del 41 y los Yankees de New York no andaban bien, marchaban cuartos detrás de Cleveland, Boston y Detroit, para colmo de males su estrella DiMaggio estaba en un slump como el que nunca había conocido. El 15 del propio mes se enfrentaban a los Medias Blancas de Chicago, Joe bateo un sencillo, empujo la única carrera de los Yankees, que permitieron 13, nadie hizo referencia al hit del centerfield neoyorquino, pues no imaginaban que justo allí comenzaba la más grande demostración de perseverancia beisbolistica. Este tipo de record demanda mucho control y algo de suerte como por ejemplo el 18 de Mayo (cuarto juego consecutivo) frente a los Carmelitas de St. Louis Joe conectó un machucon por tercera que enredó al antesalista y fue oficialmente hit, en el segundo inning fly al bosque derecho que le dio en el guante al jardinero y se anotó como doble, finalmente en el cuarto DiMaggio levanto un palomon a tercera pero su bate hizo contacto con la mascota del receptor y de nuevo otro inmerecido hit le apuntaron al número 5 de los Yankees, suena increíble pero en la hoja de anotación aparece un perfecto de 3-3 en una tarde en que Joe no se había ganado ni un centavo de los 35000 dólares de su salario; claro está, ni a DiMaggio ni a su equipo le interesaban regalos así., siendo su hermano, que jugaba por Boston, quien le menciono en una conversación telefónica el arribo a 18 juegos seguidos con hits. La cadena continúo engrosándose y los reporteros ignorándola, Hitler acabando con Europa y la muerte de otro grande del béisbol, Lou Gehrig, ocupaban cintillos de mayor relevancia.

El tímido y reservado DiMaggio estaba logrando lo que todo atleta debe hacer, poner a su equipo en el primer lugar y el 26 de Junio los Yankees miraban al resto de la liga americana desde la cima, la cadena de Joe era de 37 juegos y saltó de las páginas deportivas a las primeras planas de cada revista y periódico del país, se convirtió en la personalidad del momento, ya no era solo una estrella sino un pelotero que se imponía juego tras juego en el diamante; este día era un partido fácil pues se verían las caras con los Carmelitas, ampliamente de los peores equipos de la liga, pero a la altura del octavo los Yankees vencían 3-1 en su ultima vez al bate, Joe era el cuarto bateador del inning y llevaba de 3-0. Con un out Red Rolfe negocio una base por bolas, a continuación, Tommy Henrich que al darse cuenta que podía roletear para doble play, dejar a Joe sin hits y romper la cadena, le pidió al manager McCarthy que lo dejara tocar. Henrich toco, fue out en primera y trajo a batear al gran DiMaggio que al primer lanzamiento golfeo la bola hacia el jardín izquierdo anotándose un doble en lo que más tarde llamaría el hit más difícil de la cadena.

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Habría otro intruso en el verano del 41, Johnny Babich de los Atléticos de Filadelfia. Babich anunció que sabía cómo controlar a Joe y expuso su plan, lo sacaría out en su primera vez al bate y después le daría cuantas bases fueran necesarias. El alarde de Babich trajo más 30000 personas al estadio de los Atléticos y en efecto Johnny dominó a la estrella en fly al torpedero en su oportunidad inicial, en el tercero Joe iniciaba la entrada, todo iba de acuerdo a los planes de Babich pues le tiro 1 bola mala a Joe que lucía muy relajado en el plato, el siguiente lanzamiento completamente afuera no era nada parecido a un strike pero el hijo de inmigrantes italianos lo siguió y casi saliendo del cajón de bateo conectó una línea entre las piernas de Johnny a solo centímetros de su parte más preciada. “Johnny estaba más blanco que una sábana” palabras textuales de Joe. La cadena llego a 40.

El siguiente día los chicos del Bronx tendrían doble sesión frente a los Senadores de Washington si DiMaggio conectaba en ambos encuentros rompería el record de la liga que estaba en poder del retirado slugger George Sisler. En el primer juego un doblete en 4 visitas al home bastaron, entonces vino lo inimaginable, en el tiempo de descanso entre partidos alguien bajó al terreno y robó el bate modelo D-29 de Joe, ya es conocido la tendencia de los peloteros a la superstición y el madero es el arma del bateador, la estrella callo en crisis y en el inning inicial llamo a Henrich diciendo “tu tienes mi bate” a lo que Tommy respondió “yo tengo uno de tus bates”, Joe se lo había prestado a principios de junio y en efecto era el mismo modelo, mas no era el bate de la cadena. Toda la presión parecía poca al adicionársele la misteriosa perdida, solamente utilizando el bate de Henrich en su cuarta comparecencia logró Joe llevar la marca a 42. Mediante el fuerte trabajo de los prensa, también misteriosamente, apareció el famoso bate, a Joe aún le faltaba romper el record de las mayores en manos de Wee Willie Keeler con 44 en 1897, con impresionante calma conquisto esta marca frente a los Medias Rojas bateando de hit el 2 de julio y el siguiente juego, y el siguiente, y el siguiente… hasta que después de 56 partidos consecutivos los Yankees enfrentarían a los Indios de Cleveland en sus predios, todo lucia bien, DiMaggio estuvo de 4-3 la noche anterior y por la tribu lanzaría Al Smith(no Bob Feller como erróneamente se ha mencionado) que no aterrorizaba a nadie. El taxista que condujo a Joe al estadio predijo el hecho al comentarle: “asegúrate de marcar tu hit en la primera comparecencia, si no serás detenido”. Ken Keltner tercera base de los Indios le estaba jugando bien atrás a DiMaggio y un toque de bola razonable hubiera extendido la cadena, pero él era Joe DiMaggio y Joe DiMaggio no tocaba bola. En su primera comparecencia un cepillazo por la raya, capturado por Keltner que tiró desde territorio foul para sacar al Yankee Clipper en la inicial, base por bolas en su segunda aparición y los fanáticos abuchearon a su propio lanzador Smith, la tercera vez copia fiel de la primera con la diferencia de Keltner jugando aún más profundo y a la altura del octavo, picheando Jim Bagby Jr., DiMaggio conectó por el terreno del short-stop Lou Boudreau quien, sin más, retiró a Joe en la primera almohadilla. Los Indios llegaron a tener el empate en tercera sin outs cuando el relevista Johnny Murphy retiro a los bateadores necesarios; victoria para New York; para DiMaggio se acabaron las oportunidades de mantener viva la cadena.

Después del juego Joe dijo que se alegraba que todo hubiera terminado, irónicamente bateó de hit en los 16 juegos siguientes.

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El Yankee Clipper se anotó 91 hits durante los 56 partidos para 408 de average, impulso 55 carreras y se ponchó solamente en 5 oportunidades en 223 veces al bate, esto le basto para ganar el premio al Jugador Más Valioso de la temporada (MVP), superando al más grande bateador de todos los tiempos Ted Williams, que promedió 406 al final del año, siendo este el último hasta la fecha que rebasara la cifra de los cuatrocientos en las mayores.

Se caracterizó DiMaggio por ser un gran bateador que conectó 361 cuadrangulares en su carrera y solo 369 veces vio pasar los strikes, una extraña combinación de poder y tacto, seleccionado tres veces el Jugador Más Valioso; pero en el terreno donde brillo sin igual fue en el papel de líder, en trece años como jugador de las Grandes Ligas llevo a los Yankees a la post-temporada en 10 ocasiones, ganando 9 Series Mundiales. Muchos consideran que la serie de 1941 hubiera bastado para escribir el nombre de Joe con mayúsculas, el mismo que rechazo una oferta de 100 000 dólares por participar en el campeonato de 1952, prefiriendo el retiro, ya que no quiso empañar su historia con una temporada por debajo de lo acostumbrado, pues el siempre jugo para sus fanáticos, fanáticos capaces de entender al hombre que solo se sentía a gusto con el uniforme puesto, en un terreno de béisbol y que al ser interrogado sobre cuál era la razón por la que jugaba tan duro sentenció: “Siempre está la oportunidad de que un niño me esté observando por primera vez, yo le debo a ese niño lo mejor de mí”.

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