Ni Ripken Jr, ni Jeter, ni Banks, el SS más grande de la historia es otro

Por Jesús Pérez Vichot (Chuchi)

Escoger al mejor campocorto de la historia de las Grandes Ligas es una tarea muy complicada, sobre todo tratándose de épocas diferentes. Pero teniendo en cuenta la diferencia que marcaron algunos de los más destacados jugadores de esa posición hay uno que sobresale en demasía, Honus Wagner.

Si bien otros torpederos como Ernie Banks, Cal Ripken Jr. o Derek Jeter tuvieron carreras impresionantes en MLB, lo de Wagner fue de otra dimensión. Jugó en las primeras dos décadas del pasado siglo y formó parte del primer grupo de jugadores exaltados al Salón de la Fama.

La tarjeta de béisbol coleccionable de Wagner es la de mayor valor en la historia. Esto dice mucho de lo que significa el legendario pelotero de los Pirates para este deporte. «El holandés volador» jugó 21 años en Las Mayores, ganando ocho títulos de bateo y la Serie Mundial de 1909.

Wagner acumuló números impresionantes en su carrera: 3420 hits, 643 dobles, 252 triples, 101 jonrones, 1732 carreras remolcadas, 1739 anotadas, 723 bases robadas y promedios de .328/.391/.467/.858. Además de los ochos lideratos de bateo, lideró su liga en dobles siete veces, en triples tres, impulsadas cuatro, bases robadas cinco, anotadas dos, OBP cuatro, SLG seis y OPS ocho.

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Según se cuenta, cuando Wagner tenía 18 años de edad un cazatalentos lo observó lanzando piedras a través del río Monongahela y en poco tiempo fue contratado. Con piernas arqueadas, 5’11 de estatura y 200 libras de peso corporal era un campocorto atípico para la época. Pero sus habilidades demostraron que estaba apto para defender esa posición, incluso convertirse en una superestrella.

En la Serie Mundial de 1909 venció a Ty Cobb y los Detroit Tigers, protagonizando con este jugador una curiosa anécdota en el segundo juego de dicha serie. Cobb, conocido por su corrido agresivo en las bases estaba anclado en la inicial y le insinuó a Wagner que se robaría la segunda almohadilla, por lo que la estrella de Pittsburgh aceptó el reto y le pagó con la misma moneda. Al recibir el lanzamiento del catcher le dio con su guante a Cobb, de tal manera, que dejó sangrando sus labios.

Wagner era un fiel amante del béisbol y de su equipo, al punto que rehusó jugar en la Liga Americana por un salario mucho más alto. Sus ingresos no sobrepasaron nunca los 10.000 dólares. En su última campaña (1917) dirigió el equipo por unos pocos encuentros y decidió retirarse para después continuar jugando semi profesionalmente. En 1931 fue coach de los Piratas hasta 1951.

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